FORT WARWICK NO SERÁ RESTAURADO PERO CONVERTIDO EN UN ‘TOURIST TRAP’

LA INCREÍBLE PERO TRISTE HISTORIA DE FORT WARWICK Y UN ESTADO DESALMADO

por Harold Bush Howard

Imagínese la reacción de los cartageneros y de todos los colombianos si se decidiera instalar plataformas por encima de las murallas de Cartagena para facilitar el desplazamiento sobre ellas de turistas. 

Algo similar van a hacer con el Fuerte Warwick que hay en Santa Catalina, la reliquia histórica más importante del patrimonio raizal e isleño, después de la Primera Iglesia Bautista de La Loma. 

Al celebrar nuestra identidad con el Día del Creole, debemos también reflexionar sobre otros aspectos que identifican a nuestra etnia y a las islas. Nuestro legado histórico y patrimonio es uno de ellos pero no les damos suficiente atención y los destruimos. 

Fort Warwick será convertido, sin el consentimiento de la comunidad, en una atracción turística y para esto se cambiará por completo su apariencia y la del área y afectará a dicha comunidad. 

No será restaurado, lo cual quita peso a la necesidad del costosísimo proyecto de 11 mil millones cuyo solo estudio salió en 2 mil millones. La no restauración hace inválida el permiso de Patrimonio Nacional de ‘restauración de las ruinas’.

El consentimiento de la comunidad es de obligación legal por la intervención en un territorio étnico (Tutela T-129 de 2011) y por la importancia patrimonial y cultural del Fuerte asociadas a la etnia raizal. Se debe hacer, además, por orden de una jurisprudencia específica a las islas y su pueblo étnico raizal obtenidas a través de las tutelas del Spa y del Teatro Midnight Dreams de Providencia. Estas tutelas no permiten un proyecto sin consulta o para beneficio no de la comunidad étnica raizal. Es un proyecto para facilitar el desplazamiento de turistas. No es claro cómo se beneficia la comunidad de Santa Catalina. 

Se debe hacer una Consulta Previa por las efectos físicos y socioculturales del proyecto sobre esta etnia y la pequeña y frágil isla de Santa Catalina que comenzaría a recibir un mucho mayor flujo de turistas. 

La negativa a hacer una consulta libre e informada es una violación a nuestros derechos fundamentales como pueblo étnico de decidir sobre las medidas y proyectos que nos afectan. Y un irrespeto a principios de derechos humanos como la igualdad y la no discriminación, la participación y la no exclusión, la perspectiva diferencial, la rendición de cuentas y la integralidad de los derechos, bases de todo proyecto en territorio étnico, que debe además buscar el empoderamiento de la comunidad, respetar su diversidad cultura, y no motivar su deterioro.

La finalidad de la Consulta Previa es para que que la comunidad sepa lo que se hace, pueda expresar su opinión y negocie correctivos y compensaciones por los posibles impactos negativos.

También hacen falta los conceptos de los Consejos Nacional y Departamental de Patrimonio Cultural, este último creado por Decreto 0923 emitido por el Gobernador el 9 de octubre de 2009, encargados de asesorar en cuanto a la salvaguardia, protección y manejo del patrimonio cultural material e inmaterial de las islas. 

El proyecto deja al descubierto serias debilidades institucionales en el manejo de Fort Warwick y en las instancias necesarias para asegurar su protección por encima de todo, que se percibe más que todo en las omisiones que hacen para sacar adelante el proyecto a cómo dé lugar. 

¿Porqué es importante preservar Fort Warwick?

Dichos consentimientos y la Consulta son necesarios por el significado patrimonial e histórico del Fuerte para todos raizales e isleños y para Colombia. Ha estado presente en cada momento de nuestra historia desde cuando en 1629 unos puritanos ingleses nos pusieron en el mapa mundial e hicieron que los imperios coloniales nos codiciaran y porque jugó un papel importantísimo, junto a Luís Aury, para asegurar las islas para Colombia. 

Este proyecto se justificó como una forma de restaurar y preservar el Fuerte pero los mismos que lo promueven no han movido un dedo para investigar a los responsables del daño que se hizo al mismo cuando en 2017 le abrieron un gigantesco y profundo hueco para sacar el féretro de Aury, robándole sus dos espadas y su uniforme intacto con botones dorados. No se sabe dónde tiraron sus restos. El hueco no ha sido tapado.

Sabemos con certeza de que allí estaba Aury. Su presencia y ubicación exacta lo confirma el plano del Fuerte que elaboró Luís Perú de Lacroix, quien fue comisionado por Simón Bolívar para asegurar la incorporación de las islas al nuevo país en 1822. Dicho plano reposa en el Archivo Nacional en Bogotá. El primer informe de arqueología que se hizo para respaldar el proyecto también indicaba la cámara intacta donde fue encontrado el ataúd de plomo, ubicado finalmente por un detector de metales usado en el robo, según cuentan testigos. 

A escasos meses de finalizar la celebración del bicentenario uno esperaría más respeto institucional con Fort Warwick y con Luís Aury, que pierden una batalla por la indiferencia burocrática, la irresponsabilidad institucional y la falta de reacción de todos los isleños.

Fue allí donde se izó por primera vez la bandera colombiana en las islas pero Fort Warwick comenzó vida activa alrededor de 1629 cuando llegaron los colonos ingleses y la construyeron en una posición estratégica dominante en la bahía de Providencia para proteger su pequeña colonia de New Westminster, el único asentamiento británico y no español en territorio colombiano. Ha sufrido varias modificaciones pero fue restaurado a tiempo para el 23 de junio de 1822 para asegurar desde allí la incorporación de las islas a Colombia. Le llamaron Fuerte de la Libertad. Hoy yace en ruinas.

Tal vez por la conexión que le otorga la etnia raizal con la base histórica británica del Fuerte, que sustenta su identidad anglo-caribeña, hace que las autoridades colombianas se interesen poco en preservarla.

Y eso a pesar de que es clasificado como un Bien de Interés Cultural de Nación colombiana. En el archipiélago hay sólo dos más: la First Baptist Church de La Loma en San Andrés y la Escuela María Inmaculada en Free Town en Providencia.No se restaura, pero se puede dañar

Fort Warwick necesita un nivel de restauración para asegurar su futuro pero los casi 9 mil millones adicionales que la Alcaldía de Providencia le va a inyectar al proyecto no son para eso sino para construir dos niveles de plataforma y escaleras de acceso a ambos lados para facilitar el desplazamiento de los turistas, a pesar de que hoy día el acceso es fácil y seguro y los turistas han dicho de que lo prefieren tal cual está. 

Esto tapará gran parte los aterrazamientos que tienen vestigios históricos de bloques, brea y huellas de los arrastres de los cañones que son valiosos materiales arqueológicos, que nos ayudan a comprender la historia del lugar. Se cambiará así totalmente su apariencia natural y la de la zona, que por su apacible presencia y hermosa vista han complacido por años a turistas y ha sido el orgullo y elemento de identidad de una comunidad. 

Desde el mar ya no se verá una auténtica fortaleza colonial con sus cañones, sino cemento, soporte de hierro y unas plataformas plásticas, algo vulgar para un sitio de tanto valor patrimonial e histórico.

Se sacará a Fort Warwick de la protección tradicional que le ha dado el pueblo étnico raizal por más de 400 años para ‘ponerlo en escena’ y en manos de un turismo depredador, para fines no asociados al inmenso valor patrimonial y cultural que tiene. No es claro cuáles serían sus beneficios. 

El objetivo principal del acceso de turistas no es una finalidad justificable como bien lo sería una razón de tipo científica, histórica, patrimonial o cultural. Ni siquiera van a investigar a fondo la arqueología del sitio. Se convierte, en cambio, en un mundano show y atractivo de explotación turística, lo cual lo diluye como sitio especial de contemplación y de respeto por la identidad étnica que nos asocia a su legado histórico. 

Ante estas severas y groseras propuestas, es necesario el requisito de ley de la formulación de un Plan Especial de Protección y Manejo, acordado con la comunidad, que no se ha hecho. 

Esto para que se tenga claro qué se va a hacer con el Fuerte y quien la va a manejar, una vez terminado el proyecto, o con lo descubierto, a pesar de que usarán detector de metales para ver lo que hay. El recuerdo del robo de los restos de Aury y sus valiosas espadas nos hace pensar lo peor. Las tutelas del Spa y del teatro de Providencia obligan a hacer consulta previa para dejar todo ello bien claro y definido.

Las mismas instituciones nacionales señalan fallas en el proyecto que obligan a revaluarlo, pero la Alcaldía ya ha firmado el contrato de obra con un controvertido contratista que no es experto en restauración de monumentos históricos, y sin haber cumplido con los requisitos legales, técnicos y logísticos. No se tiene claro, por ejemplo, cómo harán las construcciones proyectadas sobre terrenos privados si no ha habido un proceso de compra de los mismos.

Dicen las mismas instituciones que faltan estudios e información. Los estudios hechos están mal dimensionados y no han generado información suficiente para realizar obras de reconstrucción. 

El mismo Programa de Arqueología Preventiva concluye que se debe ‘comprender los procesos de ocupación y desocupación del Fuerte’. No se ha hecho. 

Tampoco se ha elaborado un plano histórico-arqueológico del Fuerte. Esto es importante para no destruir la originalidad del mismo así como los diferentes estratos y vestigios arqueológicos que más de cubren 400 años de historia. Conocer bien esto arrojaría no sólo mucha información sobre el Fuerte mismo sino sobre la historia del archipiélago. Habría evidencias, por ejemplo, de posibles asentamientos Miskitos antes de la llegada de los ingleses.

El mismo arqueólogo llevado a Providencia por los contratistas acaba de confirmar el pasado 14 de febrero que por esa falta de información no se puede hacer una restauración. Manuel Lozano Varela añade que por falta de conocimiento de la composición de la argamasa o mortero y demás materiales usados en su construcción, no se podrá restaurar porque se rompería con la originalidad y naturaleza histórica y patrimonial de Fort Warwick. No se puede usar cemento. Estudios de suelo, topografía y sísmica se han hecho pero no de las rocas y otros materiales de construcción. Se sabe que usaron tejas y posiblemente ladrillos, pero habría que definir de dónde los trajeron y cómo se hacían. Otro problema es qué restaurar, teniendo en cuenta que Fort Warwick ha tenido varias ocupaciones, vidas y apariencias en sus más de 400 años de historia.

Y la misma resolución de Patrimonio Nacional que otorgó autorización de ‘intervención’ del Fuerte señala tajantemente que ‘el proyecto de intervención planteado no pretende reconstruir el fuerte dada la escasa información que se pudo obtener’. 

Todo ello claramente apunta a la necesidad de un cambio de objetivos del proyecto porque se corre el riesgo de que como está puede terminar afectando al Fuerte porque lo expone a la erosión al quitarle la vegetación que la ha protegido por años, para que los turistas puedan verlo en ruinas.  ¿Porqué entonces gastar otros 9 mil millones si no se restaura algo o se protege?

Es necesario una pausa para que todas las instituciones se pongan de acuerdo para respetar la integridad y el valor patrimonial, histórico y cultural de Fort Warwick. De no hacerlo estarían cometiendo un grave error y una negligencia institucional en su deber de proteger este bien de patrimonio raizal, isleño y nacional.

_____________________________Fallas y debilidades institucionales

El permiso de intervención otorgado por Patrimonio Nacional se queda ahora sin piso porque los trabajos de arqueología sobre el cual se basa el proyecto han cambiado y el robo de los restos de Aury obliga a ser más estrictos con la arqueología y preservación del lugar. 

Por otro lado, el objetivo del proyecto ha cambiado porque no la van a restaurar sino ‘ponerlo en escena’, es decir que están construyendo todo una estructura alrededor del Fuerte para verlo y esto la afectará aún más.

La Alcaldía actual heredó el proyecto donde se gastaría en total 11 mil millones, pero las islas tienen muchas prioridades sociales más urgentes. Aún ignora una Consulta Previa para este proyecto y el dragado del canal de acceso al muelle  de Providencia, que dañará la arqueología submarina (en parque allí por la efectividad de Fort Warwick en la defensa de Providencia y Santa Catalina) y afectará seriamente la pesca artesanal aún predominante en Providencia, haciendo caso omiso al hecho de que se hace Consulta Previa para obras en San Andrés de menos impacto étnico, ambiental y social, como el canal de acceso al muelle.

El cambio de Alcalde en Providencia complica las cosas por cuanto el anterior dejó firmado el contrato de obra a pesar de que claramente aún faltan muchos requisitos legales, técnicos y logísticos por llenar. La administración local anterior ha re-direccionado los objetivos y alcances del proyecto, que justifica para fines turísticos o patrimoniales dependiendo de quién desea convencer de los méritos de algo que, sin restauración y con daños físico y efectos socioculturales, no es claro a quien beneficia.

La actitud de las instituciones nacionales también es cuestionable. El ICANH no ha podido definir el tema del robo de la tumba de Aury y sigue dando autorizaciones desde Bogotá ignorando las implicaciones o las realidades, mientras que Patrimonio Nacional da prioridad a un proyecto comercial y turístico sobre uno de restauración y de protección patrimonial. En vez de ordenar mayores estudios para asegurar la restauración adecuada, autoriza unas plataformas para facilitar el desplazamiento de turistas para contemplar un Fort Warwick no restaurado. Esto no tiene coherencia ni muestra rigor institucional.

Por su parte, la dirección de Consulta Previa del Ministerio del Interior ha sido irresponsable es contradecirse a sí misma sobre la exención de la necesidad de la Consulta y no ha sido lo suficientemente exigente con la Alcaldía de Providencia en relación a sus obligaciones legales frente al patrimonio étnico y los requisitos legales, haciendo uso de una vaguedad deliberada para salir del paso, sin importar las consecuencias. De momento sólo exhorta a la Alcaldía a hacer el tramite de certificación y proceso consultivo.

Autor: Harold Bush

PhD History of International Relations, London School of Economics

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